El mito del Quinto Sol es una parte fundamental de la mitología mexica (azteca) y tiene un lugar especial en el contexto de Teotihuacan, aunque es importante señalar que los mexicas llegaron mucho después del apogeo de la ciudad de Teotihuacan. Este mito forma parte de la cosmogonía mesoamericana y explica la creación del mundo en el que vivimos. Según este mito, el cosmos ha pasado por varias eras o soles, cada uno terminando en un desastre que destruyó a los seres vivos.
- Nahui-Ocelotl (Cuatro Jaguar): En este primer mundo, la humanidad fue devorada por jaguares. Este sol fue gobernado por Tezcatlipoca.
- Nahui-Ehécatl (Cuatro Viento): Aquí, los humanos fueron transformados en monos y destruidos por vientos huracanados. Este mundo fue gobernado por Quetzalcóatl.
- Nahui-Quiahuitl (Cuatro Lluvia): En esta era, una lluvia de fuego aniquiló a la humanidad, y este sol fue gobernado por Tlaloc, el dios de la lluvia.
- Nahui-Atl (Cuatro Agua): Este mundo terminó en una gran inundación, y sus habitantes se convirtieron en peces. Fue gobernado por Chalchiuhtlicue, la diosa del agua.
- Nahui-Ollin (Cuatro Movimiento): Este es el Quinto Sol, el mundo actual. Según el mito, el mundo fue creado en Teotihuacan, donde los dioses se reunieron para sacrificar sus vidas e iniciar una nueva era. Dos dioses, Nanahuatzin y Tecuciztecatl, se arrojaron a una fogata para dar vida al sol y a la luna. Nanahuatzin, el menos poderoso de los dos, se convirtió en el sol. Sin embargo, el sol no se movía, por lo que los otros dioses también tuvieron que sacrificarse para darle movimiento. Este mundo se cree que terminará por terremotos.
En el Códice Florentino , libro VII , capítulo 2 y Códice Matritense de Real Palacio , folio 161 v, se recoge un relato concerniente a el quinto sol, les compartimos un resumen de este:
El relato "del quinto sol" de la mitología mexica cuenta la historia de cómo los dioses en Teotihuacán deciden quién se convertirá en el Sol y la Luna. Cuando todo era obscuridad los dioses se reúnen en Teotihuacan y discuten quién tomará la responsabilidad de iluminar el mundo. Tecuciztecatl, se ofrece voluntariamente, pero es Nanahuatzin, considerado humilde y enfermizo, es quien finalmente acepta el desafío.
Ambos, Tecuciztecatl y Nanahuatzin, realizan penitencias y sacrificios durante cuatro días. Los sacrificios de Tecuciztecatl son lujosos, mientras que los de Nanahuatzin son modestos. Luego, deben arrojarse a un fuego sagrado para transformarse en el Sol y la Luna. Tecuciztecatl intenta primero, pero retrocede varias veces debido al miedo. Nanahuatzin, por otro lado, se lanza valientemente al fuego, convirtiéndose en el Sol. Impulsado por su ejemplo, Tecuciztecatl finalmente también salta al fuego y se convierte en la Luna.
Sin embargo, ambos cuerpos celestiales terminan siendo igual de brillantes, lo cual es problemático. Un dios entonces arroja un conejo a la cara de Tecuciztecatl, disminuyendo su brillo y dejando las manchas en la Luna que vemos hoy. Después de la transformación, otros dioses realizan sacrificios, incluido el dios del viento, Ehécatl, para asegurar el movimiento del Sol y la Luna en el cielo.
El relato concluye con la idea de que la Luna, Tecuciztecatl, podría haber sido el Sol si hubiera tenido el coraje de saltar al fuego primero. Esta historia, transmitida a través de generaciones, forma parte del rico patrimonio mitológico mexica.
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