Teotihuacan, fue la capital más renombrada de la época Clásica mesoamericana (150-650 d.C.). Sin embargo, su grandeza y dominio se establecieron siglos antes de convertirse en una ciudad. Entre 300 y 100 a.C., superó a Cuicuilco, que tenía 20,000 habitantes, como el mayor asentamiento de la Cuenca de México. Posteriormente, al inicio de la era cristiana, tres cuartas partes de la población de la Cuenca se mudaron al Valle de Teotihuacan, posiblemente a causa de las erupciones del Xitle.
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Panorámica de Teotihuacán. Foto: https://pixabay.com/es/users/jjnanni-2426728/ |
El valle de 500 km2 ofrecía múltiples ventajas a los recién llegados. Las sierras circundantes estaban cubiertas por densos bosques de pinos y encinos. En las zonas más bajas abundaban los pastizales y matorrales xerófilos, principalmente de magueyes y nopales. Además, una fértil llanura aluvial era regada constantemente por numerosos manantiales y los ríos San Juan, San Lorenzo y Huixulco. A lo largo de estos ríos crecían bosques de ailes, ahuehuetes y ahuejotes, así como extensos tulares.
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Pirámide de la Luna. Foto: https://pixabay.com/es/users/xatoma-21740640/ |
En este ambiente rico y diverso, los habitantes podían recolectar una amplia variedad de vegetales y cultivar maíz, frijol, calabaza, chile, tomate y otras plantas. Las proteínas animales provenían de la cría de perros y guajolotes, y de la caza de conejos, liebres, venados, patos, gansos, codornices, palomas y armadillos. La cercanía al Lago de Texcoco facilitaba el acceso a peces, tortugas, batracios e innumerables insectos, además de proporcionar sal.
Además del potencial alimentario, el valle contaba con un recurso mineral crucial para la economía de la época: la obsidiana. Los teotihuacanos utilizaron este material para fabricar diversos utensilios que exportaron a toda Mesoamérica. La obsidiana gris veteada provenía del Cerro Olivares, cerca de Otumba, mientras que la obsidiana verde se extraía de las minas de la Sierra de las Navajas, cerca de Pachuca. La región también ofrecía arcilla de alta calidad para la alfarería, basalto, tezontle, toba y andesita.
Otras dos condiciones favorables para el desarrollo urbano de Teotihuacán fueron su ubicación estratégica en la ruta comercial más directa entre el Golfo de México y la Cuenca de México, y la presencia de numerosas cuevas y cavidades sagradas que convirtieron a la ciudad en un santuario prestigioso.